Literario

viernes, 22 de marzo de 2013



                                      AQUÍ Y AHORA Y LA MIGRACIÓN


La migración se define como el desplazamiento de personas que desde sus lugares de origen se dirigen hacía otros sitios por diversos motivos. Representa un abandono definitivo o temporal del suelo que te vio nacer.
La ausencia siempre va acompañada en mayor o en menor medida de un dejo de pérdida que obligadamente produce duelo, tristeza por lo que quedó atrás (familiares, amigos, amores, bienes materiales, mascotas etc.)
La querencia es el aliciente que les impulsa a cumplir los propósitos por los cuales se fueron, aunque lo anterior muchas de las veces se convierte en un sobre equipaje difícil de llevar por el ausente.
Según la doctora Elizabeth Kuber Ross en su texto "Muertos y Moribundos" nos puntualiza que el duelo es producto de las perdidas y ocasiona cambios en estados emocionales tipo abatimiento generalizado o tendencia a la depresión marcada.
 El duelo se desliza por  varias etapas entre otras el rechazo a reconocer el evento sucedido, rebelión a aceptar lo que le duele. Además se acompaña de interrogantes: ¿Porqué? y luego  ¿Porqué a mi?, seguidas de reclamos contra la vida, contra Dios. Esta etapa precede a la de análisis de hechos, a la comprensión, finalmente la aceptación de lo sucedido. El duelo se atenúa y viene la curación.
Este proceso dura aproximadamente dos años, según la doctora Kuber. La aceptación llega cuando el corazón ha entrado en un periodo de sosiego, después de haber asimilado lo sucedido.
 
A veces no sucede la secuencia normal, las etapas no progresan, se prolongan y no se alcanza la paz. Entonces se trata de un duelo enfermizo o patológico, se vive  los porqués, en el reclamo, hay  intranquilidad, desasosiego, coraje constante.
 
La no conclusión del mismo produce una carga psicológica adicional a la que imponen los nuevos retos que nos menores, esto nos impide una correcta realización laboral, afectiva, escolar, en fin en muchos capítulos de la existencia. Las actividades cotidianas se tornan pesadas, aburridas dificultosas, poco gratificantes y el rendimiento general disminuye.
La persona quedó atrapada en eventos del pasado, no ha digerido su nueva realidad, no ha acomodado lo sucedido, no le ha dado vuelta a la pagina. No ha podido actualizarse para ser funcional en el aquí y en el ahora.
La vida y sus acciones están planteadas en el ayer, en lo que fue, por lo mismo sus ojos no alcanzan a mirar hacía adelante, hacía el porvenir. Se encuentra paralizado, inmovilizado psicológicamente. Está convertido en estatua de sal como la mujer de Lot.
Está desactualización es el resultado del no darse cuenta y, por lo mismo su cotidianidad no es del todo satisfactoria. Veamos un ejemplo.
La persona que ayer radicaba en un pueblo de los muchos que hay en la republica mexicana o en alguno de Latinoamérica, de repente y por causas de índole diversa ahora  radica en los Ángeles o en algún otro lugar del mundo como por ejemplo; Ucrania, Rusia, Francia, Reino Unido, Alemania, Japón, España, Singapur, la India,  Estados Unidos, Canadá, Guatemala, Honduras, Panamá, Colombia, Venezuela, Ecuador, Chile, Argentina, ahora es migrante como muchos de los que se toman la molestia de leer mis escritos alrededor del mundo. Y sufre ya que no puede asumirse en ese nuevo lugar, no puede olvidar de donde procede.
Esta persona  vive a medias, pensando siempre en regresar a su lugar de origen, se pasa comparando lo que hay aquí con lo de allá, arraigado a sus costumbres, a sus platillos, a sus creencias, amigos, a las banquetas, a las calles, a los árboles, a su idioma natal, a todo lo que se pueda añorar.
Este sentimiento lo paraliza, le impide progresar, aprender. degustar nuevos sabores, buscar otras amistades, meterse en la idiosincrasia local, conocer las costumbres, dominar el nuevo idioma, en el ritmo de la ciudad donde radica.  Vive con un pie en lo que dejo atrás y el otro en el nuevo domicilio. Ante estos hechos, imposible consolidarse en su nuevo hábitat. Las actitudes asumidas  le impiden lograr un buen desarrollo humano, consolidarse. ¿Y como dar un giro?, ¿Cómo lograrlo?
Hay que quemar de una vez y para siempre las naves como lo hizo Hernán Cortez cuando desembarcó en lo que después llamaría La Villa Rica de la Veracruz, lo hizo con el fin de evitar la desbandada de sus huestes, la tentación de volver atrás. Estaba convencido, decidido, vencer o morir, Finalmente logró lo que se propuso; conquistar Tenochtitlán para su majestad de España.
Las personas que viven ancladas al pasado y radican en otro lugar diferente a su lugar de origen, tienen que darse cuenta, tienen que percatarse del aquí, y el aquí es ese otro lugar, por ejemplo; Los Ángeles o en algún otro lugar de los que anoté arriba, es necesario tener conciencia plena de que ya no están  en aquel el pueblito romántico de México o de Latinoamérica. El ahora es hacer lo necesario para incrustarse en la nueva sociedad.
Hacerlo representa una aceptación de una vez y para siempre de lo nuevo, de lo actual, es un renacimiento en el entorno, en la nueva realidad. Entonces y solo hasta entonces es que se podrá planear a partir del aquí y en el ahora.
No se puede vivir con un pie en cada lugar, hay que avanzar el que se quedo atrás o hay que retroceder, si se puede, el pie que se adelanto. Al juntarlos de nuevo estaremos en condiciones de soportar con mayor capacidad los vendavales.
Si la decisión es dejar atrás lo ya vivido y experimentar otras sociedades, este cambio  no implica olvidar las raíces, ni renunciar a lo nuestro sino que representa ponerlas en su lugar para que ya no sean un lastre, un fardo que le impida avanzar, sino que los recuerdos, el pasado pueda convertirse  en aliado, en aliciente para buscar nuevas  oportunidades, para  que abonen en las nuevas realizaciones, que sean el faro guía en el mar de turbulencias y confusiones que es la adaptación a nuevos ambientes. Es el acomodo de la existencia misma. Si lo logran seguramente las cosas irán mejor. ¡Hay que quemar las carabelas, hay que vivir en el aquí y en el ahora, sino hay que volver atrás, pero no se vale vivir en la lamentación perenne!

                                             Nicolás Avilés González
                                                                  nicolasavilesgonzalez@hotmail.com



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