Literario

viernes, 25 de septiembre de 2015

Beto, el atrevido



Estaba beto entrado en años cuando cruzó el umbral de la puerta de mi consultorio.
-Médico vengo a que me de una revisadita
- Desde luego, sientese por favor, con el añoso en la silla le pregunté
-¿Cuales son sus molestias?
-Mire, tengo un compromiso y se me ha bajado la potencia, ahora mis erecciones son poco firmes; quiero saber si me puedo favorecer con esas pastillitas azules que están tan de moda
-A ver, dejeme examinarlo- enseguida fui haciendolo de manera metículosa, paso a  paso como lo dicta la clínica, al terminar le ordené  algunos examenes de laboratorio, radiografias de tórax, electrocardiograma para complementar el estudio.
Un día después regresó
-Aqui traigo lo que me encargó
-Dejeme verlos- los analicé uno a uno con gran detenimiento
-Todo bien, puede usarla, sólo le voy advertir lo siguiente
-A ver digame
-No le terquee mucho, no se force, puede tener algún riesgo
-No se preocupe así lo haré- me contestó al despedirse
Un mes después regresó, pero venía acompañado de la dama en turno; era una mujer de cuatro décadas aproximadamente, de buen ver, con mirada brava. Beto se miraba feliz, pleno, pero había que interrogarlo.
-¿Como se ha sentido?
-Muy bien médico
Me fui al grano- ¿Contestó la pastilla?, me refería a si había logrado  buena rigidez peneana
-Pero como no, si es maravillosa la azulita, la compañera permenecía en silencio-
- ¿Ha seguido mis intrucciones de no forzarse y hacer solamente lo que el cuerpo le pida?
-Claro, he seguido el mandato de mi cuerpo, no me paso, pero le diré que no dejo la noche por dos. Desde luego que se refería a las copulaciones logradas en la panubra de su alcoba.
-¡Ah!, se me hace mucho, creo que debería ser menos ambicioso, uno o dos a la semana me parece adecuado para su edad. En varón estaba alcanzando los setenta años
-No médico, si le digo que no me forzo, eso es natural- en ese momento intervino la morena que había permanecido callada durante toda la consulta
¡Que dos ni que dos, si quiere toda la noche, pero nomas esos le doy!- Al decirlo denotó una mirada pícara, llena de ironia. Al escucharla el hombre, inmediatamente recompuso la figura, enderezó el torso y sacó el pecho indicando poderío físico.
Para ahondar más en ese tema le pregunté
- ¿Le falta el aire al hacer el esfuerzo?- No, no siento nada desagradable, inmediatamente intervino de nuevo la compañera
- No se afoga doctor, además quiero decirlo que quiere más, me anda tentaliando toda la noche- Era alabanza pura, con esto alimentaba el ego de sexagenario, claramente pretendía  algo más que resaltar la buena salud del marido, la masculinidad manifestada a través de un apetito sexual voraz. Quería  logran un mayor atrevimiento de Beto, un mayor esfuerzo en esas lides. el viejo no dejaba de sonreir, lucía pleno, lleno de vitalidad, encandilado por lo que aseveró la morena de él.
En esos momentos para mis adentros me dije:
-¡Ya lo enterraste, cayó en la trampa!
Esa tarde abandonaron mi oficina abrazados. tres meses después, una noche de tantas Beto murió, la viuda que quedó con los bienes que alguna vez fueron de los hijos y de la primera mujer. Ahora se le ve a la morena con un plebón como de veinticinco años disfrutando de los pesos, de las casas, de los autos del viejo lurio; de Beto el atrevido.
                          Dr. Nicolàs Avilès Gonzàlez