Literario

miércoles, 25 de enero de 2012


El sicario


Al verme, despues de que bajo de su automovil supo que iba por él. Y a pesar que nunca nos habiamos topado, con su mirada me suplicó que no lo hiciera en presencia de su familia, que esperara a que su mujer y su pequeña hija se introdujeran a la farmacia, donde seguramente adquirirían medicamentos para recuperar la salud perdida. Lo entendí, me dio confianza en que no intentaría defenderse o de huir, estaba resignado, y espere hasta cuando ambas se perdieron entre los anaqueles. Aquel hombre, que nunca dejo de verme a los ojos y quizá agradecido porque no lo maté delante de sus seres queridos se movio decididamente hacia la guarnicion de la calle, enseguida con su cabeza asentó- Estoy listo, adelante- Luego descargué mi furia a través de las balas del "cuerno" que no dejo de vomitar muerte hasta que se terminó lo que quedaba en el cargador. En el suelo, no aperte mis ojos de los suyos, poco a poco se les fue perdiendo el brillo y hasta que los cerró me fui. Este es el único que no he podido olvidar, su mirada la traigo entre ceja y ceja, fue el primero. Ese es el que más me ha podido, de los otros treinta o cuarenta ni me acuerdo. ese día me di cuenta que estaba perdido, que ya no tenía alma; me percaté que Dios me abandonó. Terminaron de desayunar y al poco tiempo ambos hombres se retiraron de manera apresurada del restaurant.
  
                                            Dr. Nicolás Avilés Gonzalez