Literario

viernes, 14 de abril de 2017

Pesadilla


Pesadilla
Una noche de tantas, entre sueños me encontré con Dios, para no dejar pasar tan extraordinaria ocasión le pregunté- Si sabía  el daño que ocacionarían las religiones a la humanidad para qué las contruyó- Se puso serio y me dijo- Ese no es asunto divino- y luego agregó- Es a ustedes a los que corresponde solucionarlo allá abajo. Me invadió el desencanto e inmediatamente recordé la tragedia de los últimos veinte siglos, se me erizó la piel por el porvenir. Afortunadamente me despertaron de aquella pesadilla los maullidos de unos gatos que peleaban en el tejado de mi casa y, de nuevo murmuré- ¡Padre nuestro por qué estás en el cielo!

                                                Dr. Nicolás Avilés González

EL BALA






                                                               EL BALA

En el Costa Rica de calles angostas y callejones largos vivió el Toño "Balas". Creció un una familia que logró construir el restaurant "Torres" primera edificación de tres niveles, además un hotel del mismo nombre, un billar, la única planta de agua electropura por todo esto el balas creció en sabanas finas
Al principio se me dificultaba comprender como estaba integrada aquella familia donde convivia el Toño, sus padres eran ancianos y el un adoslecente; fue con con el tiempo que me confesó que se madre biológica vivia en california y que Don José y Doña Gabriela Torres eran sus abuelos
Si, el balas fue hijo abandonado y como dice el dicho "Criado de abuela ni pa cazuela" nuestro amigo no sirvió. Me consta que Dona Gabriela trató de hacerlo hombre de bien, pero él, como los chivos jalo siempre pa'l monte. La anciana no escatimó recursos para su formación y para este proposito lo envió a un colegio militarizado en la ciudad de Hermosillo, Sonora.
Lo matricularon con el fin de separlo de las malas compañias, pero al poco tiempo desertó de tal disciplina y regresó al pueblo de mis amores, evento que cortó las alas a su abuela y con ello la esperanza de que sirviera o como dicen por acá pa'que agarrara el surco. Y otra vez "la burra al cerco", el balas buscó a sus malas compañias, reiniciamos las andanzas. Al poco tiempo noté que del colegio de donde se había fugadó traía una arpilla de mañas
además se volvió tramposo, marrullero y venia con la afición al tabaco, al alcohol, muchas ganas de gastar dinero ajeno y un franco rechazo al trabajo.
 En sus multiples intentos de regresar al camino del bien ingresó a la facultad de leyes de la Universidad Autonóma de Sinaloa y nada. Despues de este nuevo fracaso agarró la milonga, parrandas interminables, pleitos, con lo poco a poco fue tejiendo su destino. Por todo lo anterior se ganó el alias de el bala
En su momento decidió casarse con el fin de ordenar su existencia, lo hizó con una jovencita con la que procreó tres hijos; el balas continuó en las mismas. Tras infidelidades, mal trato, violencia intrafamiliar de todo tipo, la ingenua se llevó a sus hijos a Guadalajara buscando el amparo de sus padres. Al tiempo el la siguió hasta la tierra del marichi.
En esa metropoli, nuestro personaje se empleó de saca borrachos en bares de mala muerte, taxista, guarura, y persistía en el trago, rápidamente se fue desintegrando como persona. 
Mientras el allá, sus abuelos vendieron los inmuebles que por supuesto le tocaban en herencia, se quedo sin ella y con ello canceló su futuro de vivir de sus rentas. Ya sin bienes, sin orgullo y con mañas se fue hundiendo en el vicio
Enseguida perdió a su hermanastro Rodrigo, murieron sus abuelos, sin mujer e hijos, sin un empleo firme, su existencia fue un cuesta abajo continuo. De manera apresurada fue descendiendo al infierno de las adicciones.
Así la última vez que lo miré en nuestro pueblo deambulando sin rumbo, vestido con ropajes baratos y raidos, fuera de control, sucio hasta del alma, ya sin fe por los terribles efectos de los toxicos que a raudales corría por sus venas. Me invadió el recuerdo del Toño "bala" de otros tiempos, enfundado en su bata de baño confeccionada con seda, pantuflas finas y oliendo a perfume caro. Ese día trastabillando con botella de vino corriente en su mano derecha se perdío de mi vista mientras al fondo se miraban las vias del tren...
                           Dr. Nicolás Avilés González