PASCUAL SOSA
Pascual había venido de Eldorado a trabajar de obrero azucarero en Costa Rica, del allá trajo la afición a la bebida de tal manera que en nuestro pueblo encontró a muchos que compartían su gusto por el agua generosa, rápidamente hicieron una cofradía; el motivo compartir la bohemia por las tardes y con mucha frecuencia los fines de semana. En los sesentas había una limitación férrea de la venta de cerveza y licor con el fin de evitar la proliferación y el consumo de bebidas embriagantes; para tal efecto el gobierno a través de la oficina de permisos de expendios y bares, limitaba al máximo o al menos hacia difícil el acceso a estos productos.
Esta política se aplicaba a comerciantes y a los sedientos en general. una manera era otorgar los permisos a los allegados o a los que cubrían los sobornos de manera generosa, el otro era que cerraban los establecimientos a las 21.00 horas. Costa Rica es esos entonces era una comunidad agrícola e industrial y este el motivo para de la prohibición que se ejercía como política pública
después de que bajaban la cortina los puntos der venta había que vivir una odisea para continuar la juerga, no quedaba de otra más que buscar "aguajes" donde se pagaba el doble por las bebidas. Situación que daba al traste aquello que pregonaban los gobiernos emanados de la revolución, proteger la economía familiar, los borrachos la comprábamos y a manera de chunga muchos decían - Hay que beber aunque la familia sufra.
una noche de copas Pascual se hacía acompañar de Nacho "Tampico" y del "Atole" Quintero pero se quedaron a medias por lo que decidieron ir a Culiacán a seguirla, pagaron un taxi del Sitio Eugenia, enseguida les volaba la greña rumbo a la ciudad de las mujeres bonitas. En esta alquilaron una "Araña" que son carromatos de tracción animal para que los llevara de cantina en cantina. después de tanto ir y venir emborracharon al "Arañero" y lo dejaron en uno de los bares que visitaron esa noche
Pascual tomó las riendas del caballo y se agiló en busca del agua loca. Después de muchas horas los encontraron los municipales que acompañaban al conductor a rescatar su vehículo y de paso hacer pagar pos su osadía
En un santiamén Pascual y correligionarios estaban en las crujías de la municipal. En los años sesentas los delitos menores se pagaban con trabajo comunitario; limpiar las calles era el castigo preferido. Además de hacer un bien común recibían el escarnio y servían de ejemplo para evitar las conductas ilícitas.
Temprano andaba aquella pequeña tropa de infractores con escoba, recogedor y un tambo en mano cubriendo su delito. Los vigilaban dos agentes del orden.
Bajo los efectos de la resaca el obrero sudaba de manera copiosa, le daba vueltas la cabeza, se le nublaba la vista, había nauseas y se arqueaba sin sacar nada de su estomago. Le escaseaba la saliva en la lengua. Providencialmente pasaron frente a la "Ballena", rápidamente los censores del briago se agudizaron y sin pensarlo mucho se abalanzó hacia el interior de la cantina, de manera apresurada ordenó un tequila doble acompañado con sal, limón y agua mineral para bajarle a lo acido y lo fuerte del licor. se lo empinó de prisa, se estaba secando, pronto repitió la misma operación. Estaba sobre la tercera cuando el cantinero le solicitó la paga para servirle de nuevo, el azucarero contestó- No traigo dinero ando más lavado que una tripa de leche
En esos momentos entraron los policías buscando al fugado, al verlos les grito el empleado:
-Policía, policías, agarren a ese pinche chueco que va saliendo, me coheteó dos tragos
El azucarero volteó la cara hacia el cantinero, las facciones denotaban una carga extra de ironía y a manera de burla le dijo con sus voz ladina:
-Hay que puñete me traen barriendo
Luego dócilmente se dejo llevar de nuevo a la escoba. El cantinero que quedo viendo a Pascual que avanzaba lento, con un vaivén grotesco que le producía la secuela de poliomielitis que acortaba su pierna derecha. Al de la barra le tocó pagar los tragos con los que el obrero azucarero se curó la cruda
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