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INGENIO ROSALES, COSTA RICA, SINALOA |
Costa Rica nació e finales de la Segunda Guerra Mundial con el fin de producir dulce con fines de exportación. La Unión Americana necesitaba de importaciones. En esos entonces había sólo monte, animales propios de la región y después de la construcción de la presa Sanalona y de que pasó el Canal Rosales o El Canalón como lo conocemos los que de ahí somos, se inicio la construcción del Ingenio Rosales que dio pie a que llegara gente de toda la geografía sinaloense y nacional a poblar a ese nuevo centro de producción. Esta obra, es un recuento poético de la historia de ese ingenio que ahora, merced, entre otras cosas, del Tratado de Libre Comercio cerró sus puertas hace ya mas de 15 años despidiendo a más de 400 obreros y cancelando a miles de puestos de trabajo indirectos. Hoy el Ingenio Los Mochis en el municipio cañero de Ahome en el norte del estado, Eldorado y Navolato está sufriendo por las mismas consecuencia.
MI PUEBLO.
En oriente, por donde levanta el sol
Regalándonos sus tiernos rayos matinales.
Entre agrestes montañas,
en la cordillera de mi estado
se construyó remanso al agua: La presa Sanalona.
Zona de canoas, de redes que lanzan los pescadores,
espejo de la luna,
abrevadero del sediento ganado.
Así inició canalización,
tajos abiertos a la tierra virginal,
arterias por doquier llevando flujo de vida.
Había que despertar gigantes;
gigantes acariciados por la brisa de los mares,
gigantes arrullados por el canto de las aves.
Los habitantes de aquellos valles
lo vieron con buenos ojos:
conejos, cascabeles, “toches”,
coralillos, tlacuaches, armadillos
y uno que otro venado, extraviado,
atraído quizá por la flor de sus amores;
la flor de palo blanco,
que en tiempo de lluvias adorna los suelos quemados.
Cardones, nopales,
vara blanca, mezquites,
huizaches y biznagas
revoloteo de iguanas,
bamboleándose entre las ramas,
canto incesante de chicharras,
llamando siempre al agua,
pidiendo la bendición del cielo.
Aquel ocre y escaso follaje.
Aquellas tierras polvorientas,
con el sudor de sus hombres
se transformaron en mosaicos,
mosaico de muchos colores.
Nacieron alfombras esmeraldas,
se extendieron desde la montaña
hasta donde el sol se muere.
Aparecieron flores de diversos olores,
chiles, ejotes, berenjenas, cereales,
varias clases de tomates.
Crecieron cañaverales.
Se había fundado COSTA RICA
en un rinconcito muy cerca de los mares.
Había que producir azúcar,
había que endulzar los paladares,
para alejar sabor amargo, de guerras,
de arroyos teñidos de sangre,
lucha entre hermanos,
sangre de mexicanos.
Agonizaba así aquel México;
el de mis abuelos,
el de balas, adelitas, generales.
el de carretas, el de caballos,
el de arar con yunta de ganado.
Se asomaba el de ruidos, el de humo,
el de vértigo, el de poleas,
el de motores,
en fin, el de andar apretujado.
Llegó gente de aquí, de allá,
nosotros, este, aquel,
albañiles, carpinteros, herreros, peones,
mecánicos, constructores,
entre ellos llegó mi padre.
terminaron la tarea justo en el tiempo pactado!
Ahí navegó aquel ingenio.
Los obreros en bullicio siempre alegres,
unos vienen otros van, otros entran,
otros salen.
Tres turnos laboraba aquella empresa.
Furgones, trailers y camiones llevaban valiosa carga,
¡AZUCAR BLANCA COMO LUZ DE LUNA!
Las esposas en sus casas,
cocinando, pariendo plebes.
Todos crecimos a un tiempo.
Se formaron escuelas, bancos,”picaderos”,
“aguajes”, sindicatos y burdeles.
Todo creció aquí de prisa, todo aquí fue fantasía.
Tardes soleadas de domingo,
tardes del “Alejandro Torres”,
encuentros deportivos.
El pueblo así se divertía,
estadio siempre lleno,
gritos, risas, se bebía.
Esto se repitió cada semana,
se repitió los últimos cincuenta años.
Aquellas hermosas tardes
las recuerdo como si ahorita fueran.
Tardes de crepúsculo,
cielos amarillos, violetas, marrones.
Cielos de rojo sangre escarlata
de brillo tan intenso que parecían derramarse al suelo.
Recuerdo el camino de la iglesia,
cadencioso paso de mujeres,
eran desfiles de gala.
Las veía pasar a misa,
despacio, otras de prisa.
Hoy las recuerdo y la hago con delicia.
Luego llegó presidente,
lo bonito pronto acaba,
firmó la felonía,
abrió la puerta al extranjero
entraron mieles baratas.
NO IMPORTÓ MAS EL AZÚCAR COLOR DE PLATA.
Así, dando traspiés por la puñalada recibida,
acordaron recortar al personal
lo tomaron como medida.
Viene liquidación de cuarenta obreros,
de cincuenta, luego de trescientos,
como la herida era de muerte al final se fueron todos.
Hoy ya no hay bullicio,
pensativos, cabizbajos, caras tristes. Resultado
NO SE SOPORTÓ EL TRATADO.
Ya no sale ningún furgón,
ya no suena ese silbato.
Se olvidó de dar las horas
no acompaña más sus muertos,
ya no anuncia el año nuevo.
Pienso que murió el silbato.
Ya no miro tizne por las calles
ya no choca en los tejados.
Poca gente en estos valles,
emigró a la ignominia,
a vender su cuerpo al extranjero,
abandonó: amigos, mujeres, a los niños.
Hoy, hoy añora atardeceres
SE ACABÓ AZÚCAR COLOR DE LUNA, AZÚCAR COLOR DE PLATA.
Dr. Nicolás Avilés González